Historia

Historia de Gandía: Un Vistazo a su Pasado Centenario

Gandía, una ciudad española ubicada en la Comunidad Valenciana, es un tesoro de historia y cultura arraigada en sus antiguas calles empedradas y majestuosos edificios. A lo largo de los siglos, esta joya mediterránea ha sido testigo de eventos trascendentales que han dejado una marca indeleble en su paisaje y en el corazón de sus habitantes.

Antecedentes Históricos

Los orígenes de Gandía se remontan a la época íbera, cuando la región estaba habitada por la tribu de los «Ilergetes». Sin embargo, fue durante la dominación romana cuando la ciudad comenzó a adquirir importancia, siendo un enclave estratégico en la ruta comercial entre Roma y Cartago. Los restos arqueológicos encontrados en la zona atestiguan la presencia romana y su influencia en el desarrollo temprano de Gandía.

La Época Medieval

Durante la época medieval, Gandía floreció bajo el dominio musulmán como parte del Califato de Córdoba. Sin embargo, en el siglo XIII, la ciudad fue conquistada por Jaime I de Aragón en su expansión hacia el sur de la península ibérica. Bajo el dominio cristiano, Gandía experimentó un período de crecimiento y prosperidad, marcado por la construcción de su imponente castillo y la fundación de la Universidad de Gandía en 1548, una de las primeras instituciones educativas de su tipo en España.

La Familia Borja

Uno de los capítulos más fascinantes de la historia de Gandía es su vínculo con la poderosa familia Borja, también conocida como los Borgia. Originarios de la cercana ciudad de Játiva, los Borja ejercieron una influencia significativa en la política y la cultura de la región durante el Renacimiento. Gandía fue el lugar de nacimiento de San Francisco de Borja, quien renunció a su título nobiliario para ingresar en la Compañía de Jesús y más tarde fue canonizado como santo por la Iglesia Católica.

El Esplendor Moderno

Durante los siglos XVIII y XIX, Gandía experimentó un período de esplendor económico gracias a su próspera industria de la seda y al comercio marítimo. La ciudad se convirtió en un importante centro comercial y cultural, atrayendo a comerciantes, artistas y académicos de toda Europa. Este florecimiento se refleja en la arquitectura de la época, con magníficos edificios barrocos y neoclásicos que aún adornan el centro histórico de Gandía.

El Siglo XX y Más Allá

En el siglo XX, Gandía se transformó en un popular destino turístico, gracias a sus hermosas playas y su clima mediterráneo. La industria del turismo ha contribuido significativamente al desarrollo económico de la ciudad, atrayendo a visitantes de todo el mundo en busca de sol, mar y cultura. Sin embargo, Gandía ha sabido conservar su rica herencia histórica, preservando cuidadosamente sus monumentos y tradiciones para las generaciones futuras.

Conclusión

La historia de Gandía es un testimonio de su resiliencia y vitalidad a lo largo de los siglos. Desde sus humildes orígenes como un asentamiento íbero hasta su actualidad como un próspero destino turístico, la ciudad ha experimentado una increíble transformación. A través de sus monumentos, museos y festivales, Gandía sigue contando la historia de su pasado, recordándonos la importancia de honrar nuestras raíces mientras miramos hacia el futuro.

La siguiente información proviene de Wikipedia.

Hasta tiempos bastante avanzados del Paleolítico superior no existen en el territorio que hoy constituye el término municipal de Gandía vestigios de una ocupación humana,
pero ya en esta etapa, durante el Gravetiense final, el hombre de Cromañón se asienta en la cueva del Parpalló, cueva que será habitada durante varios miles de años, hasta casi el final del Magdaleniense. También fueron habitadas durante el Paleolítico superior las cuevas del Barranco del Llop y la de las Maravillas.
En contraste con la riqueza de yacimientos paleolíticos, neolíticos y eneolíticos, está la escasez de restos de la Edad de Bronce y la poca representatividad de los de épocas ibérica y romana. Está comprobada la ocupación del cerro del Castillo de San Juan en la época ibérica, seguramente a partir del siglo iv a. C., pues aunque las construcciones medievales hayan hecho desaparecer todo vestigio de las edificaciones del poblado, se han podido recoger cerámicas ibéricas y fragmentos de vasos áticos de figuras rojas y de barniz negro que sólo a un establecimiento de la fecha y cultura indicadas pueden pertenecer. También se han recogido en lugares no localizados monedas ibéricas.
La romanización está bien representada en este territorio. En la ciudad de Gandía se han encontrado monedas y lápidas que podrían indicar un asentamiento ya en época imperial que quizá fuera el antecedente remoto de la actual población, y vasos y otros restos romanos en las cuevas Penjada, Cueva de las Maravillas y de los Cerdos. Está última ha dado abundantes fragmentos de «terra sigillata».

El origen de la Gandía actual se remonta de manera cierta a la época musulmana y la primera mención documentada cristiana, de 1249, figura en el Llibre del Repartiment de Valencia de Jaime I de Aragón. En 1323, Jaime II el Justo concedió a su hijo, el infante Pedro de Aragón y de Anjou, el señorío de la villa. Alfonso IV el Benigno imitó a sus antecesores a favor de la fortificación de la villa y Pedro IV el Ceremonioso cedió para este fin, en 1387, al Ayuntamiento, el derecho de sisa. El rey Martín el Humano la donó después, con título de ducado, a Alfonso de Aragón, hijo del infante Pedro. En 1359 heredó el hijo de este, Alfonso de Aragón el Viejo, que en 1399 recibe de Martín el Humano el título de duque, con Gandía como centro del ducado y establece una corte famosa en la época, edifica el Palacio Ducal, el Monasterio de San Jerónimo de Cotalba, reforma la colegiata y continúa potenciando la corte que alberga figuras literarias como Ausiàs March (Gandía y Beniarjó se disputan ser la ciudad de nacimiento de March), Joanot Martorell o Joan Roís de Corella, que suponen el núcleo de las letras del Siglo de Oro valenciano.
En 1485 el Ducado de Gandía pasó a la casa de Borja. La ciudad medieval, de carácter feudal, que tras la muerte del último duque de sangre real había vuelto a la Corona,y cuyo título fue ostentado por los sucesivos reyes de Aragón, se convirtió en señorial a partir de 1494, Vendida por Fernando el Católico al Cardenal Rodrigo de Borja, futuro Alejandro VI, para su hijo primogénito Pedro luis, y en el que Juan de Borja y Cattanei, el segundo duque de Borja, establece allí una pequeña pero fastuosa corte, regentada por su mujer y anterior viuda de su hermanastro, María Enríquez de Luna.
En 1520 tuvo lugar el levantamiento de las Germanías, que desde Valencia se extendió a las poblaciones más importantes del Reino, incluida Gandía. La sublevación triunfó en Valencia y Játiva. La batalla de Vernisa, en julio de 1521, dio el triunfo a los agermanados, que ocuparon Gandía y su comarca, y obligaron a los moriscos a convertirse al cristianismo. Pero tras la derrota final de los agermanados volvió Juan de Borja y Enríquez de Luna, el tercer duque de Borja, a Gandía y casó con Francisca de Castro-Pinós. A Juan le sucedió su hijo mayor Francisco (1543-1551), que había nacido en 1510, y que renunció a sus títulos y bienes a favor de su hijo Carlos en 1551 para ordenarse y entrar en la Compañía de Jesús.

Por otra parte, Francisco de Borja, que sería canonizado en 1671, emprendió obras de amurallamiento e incorporó el nuevo recinto a la Vila-nova, protegiéndola así del peligro de los piratas, turcos y corsarios al servicio del rey de Francia. También dentro del nuevo recinto, mandó construir un colegio para el que logró, en 1548, una bula pontificia que lo elevó a la categoría de Universidad. Dicha universidad, situada en el lugar que hoy ocupan las Escuelas Pías, fue famosa en los dos siglos que tuvo de vida, hasta su supresión por Carlos III en 1772, tras la expulsión de los jesuitas que la regentaban en 1767, y por ella pasaron nombres como Baltasar Gracián, Juan Andrés y Antonio José de Cavanilles. Gandía mantuvo su rango durante todo el siglo xvi pero, a partir de 1609, con la expulsión de los moriscos y la ruina de los ingenios azucareros que ellos manejaban, sufrió consecuencias económicas y demográficas catastróficas que tardó más de siglo y medio en recuperarse. Durante la época de estancamiento, que se alargó hasta la segunda mitad del siglo xviii, los duques fueron abandonando su residencia para instalarse en Madrid. Durante la Guerra de Sucesión, el duque de Gandía tomó el partido de Felipe de Anjou, cuando todo el resto del Reino lo hacía por el Archiduque Carlos. De aquí que el general Juan Bautista Basset, del partido austracista, tomara la ciudad de Gandía y se llevara la artillería de la entonces plaza fortificada.
Con el triunfo de los Borbones se restableció todo menos la vida política, pues los duques apenas hacían alguna breve visita a su palacio. En 1740 moría en Madrid el último Borja y Centelles, y el ducado pasó a su sobrino el conde-duque de Benavente; ocho años después heredaría la hija de este, casada con el duque de Osuna. Con Carlos III se renueva la vida económica, y Gandía inicia una época próspera de industrialización.
En el siglo xix la seda atravesó dos grandes crisis, debidas una a la epidemia que acabó con casi todo el gusano de seda a mediados del siglo, y otra a la competencia extranjera. El ferrocarril, símbolo de la expansión decimonónica llegó con las líneas de vía estrecha Tren Alcoy Gandía y Puerto y con el enlace entre Denia y Carcagente. En la división provincial de 1822 fue adscrita a la provincia de Játiva y en la división de 1833 a la de Alicante, pasando definitivamente a Valencia en 1836. Ya en el siglo xx, durante la guerra civil, su población sufrió múltiples bombardeos por parte de la aviación italiana de Mussolini. En los años 1960, y debido al gran crecimiento urbano de la ciudad, el municipio de Gandía anexionó a los hasta entonces municipios independientes de Beniopa y Benipeixcar, actualmente barrios de la ciudad.

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